La Magnífica celebra la admirable obra de Dios

cántico a la magnífica

La Magnífica celebra la admirable obra de Dios

Al utilizar la expresión Magnífica (en su versión en latín Magníficat), celebramos la grandeza de Dios junto a la Virgen María, a quien el ángel revela su omnipotencia, María celebra finalmente con el cántico de La oración a la Magnífica, las maravillas que Dios ha realizado en ella.

María se expresa en toda su humildad

Gracias a este canto, María es capaz de expresar toda su dicha y gracia ante las noticias de nuestro Dios Padre Todopoderoso, quien, entre todas las mujeres, eligió a su sierva más humilde para ser quien llevara en su vientre al futuro salvador de la humanidad, Jesús.

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María manifiesta en La Magnífica, su sentimiento de pequeñez ante Dios: “Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. (Lucas 1: 46-48) María refleja entonces en el cántico de La Magnífica su situación de pobreza y nos muestra estar consciente de su pequeñez ante Dios, quien ha puesto la mirada en la joven humilde de Nazaret.

La Magnífica anuncia que María será felicitada por generaciones

La primera en proclamar a María como “dichosa entre todas las mujeres” sería su prima Isabel ante la milagrosa visita de María a su casa luego de que el ángel le anunciara que ella, entre todas las mujeres, había sido elegida para ser la Madre de Dios.

Dice La Magnífica: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones” (Lc 1,48) prediciendo entonces en pocas palabras, esta proclamación que se extenderá en todo el mundo. La Magnífica constituye para los cristianos, la primicia de las diversas expresiones de culto, las cuales han sido transmitidas de generación en generación.